En 2013, Lara Moreno (Sevilla, 1978, pero criada en Huelva) publicaba su primera novela, Por si se va la luz, una historia sobre una pareja en crisis que se refugia en una aldea. Un tema que no es algo de hace dos días. Ya entonces comenzaba a estar en boga entre su generación literaria (Intemperie, Es un decir…). Entonces, escribí para un pequeño espacio llamado El gentrificador que relataba “el intento desesperado de volver a lo primitivo escapando del mundo hiperconectado e inabarcable de la ciudad”.
Casi diez años después, su tercera novela, La ciudad (Lumen), narra la historia de tres mujeres cuyas vidas coinciden en un edificio del barrio madrileño de La Latina. La principal de ellas, protagonizada por una mujer de “treinta y largos” separada y con una hija pequeña, es de nuevo la historia de una crisis de pareja. En este caso, la de una relación tóxica llena de violencia verbal y abuso psicológico.

La ciudad
Autora: Lara Moreno
Editorial: Lumen
Páginas: 328
Año de publicación: 2022
La historia de Oliva y Max, un joven politizado de izquierdas (trasunto de alguno de muchos de esos jóvenes que formaron parte de la creación y ascenso de Podemos y Más Madrid), es el retrato de una relación de abuso verbal y emocional que va anulando y acorralando a la mujer en su propia casa. Quizá lo más llamativo de los personajes es su perfil ideológico, especialmente el de Max, porque retrata a un varón heterosexual tóxico… de izquierdas, algo poco habitual en la ficción española.
Es especialmente llamativo porque, junto a La ciudad, también Cauterio (Lucía Lijtmaer, Anagrama, 2022) retrata críticamente en términos emocionales a un joven varón politizado de izquierdas, y La familia, de Sara Mesa, aunque en otra época y con otro perfil, dibuja a un padre déspota de izquierdas. Tres autoras que comparten generación y que han vivido de cerca la relación con este tipo de hombres, ya que al menos en el caso de Mesa y Moreno hay experiencias vitales inspirando sus relatos.
Un melón interesante el que abren estas autoras y que comento con Alberto Fernández en una entrega del pódcast El libro del año.
Violencias contra mujeres en la ciudad
Pero La ciudad también acoge otros relatos de violencia y opresión. Madrid, esa ciudad del título, se presenta como un lugar inhóspito y agresivo para Oliva y para las protagonistas de las otras dos historias.
La segunda es la de Damaris, una mujer colombiana que trabaja como asistenta doméstica para una pareja del mismo edificio. Damaris perdió a su marido en un terremoto en su país de origen y vive en la precariedad económica, soportando el paternalismo de sus empleadores y la soledad de vivir alejada de su hija y el resto de su familia, que están en Colombia.
La tercera historia está protagonizada por Horía, una marroquí sin papeles de residencia ni de trabajo que ha conseguido ser alojada en la antigua casa de la portería después de un terrible viaje por la explotación como temporera en los campos de Huelva. Madrid es su destino porque allí espera encontrar a su hijo, que se fue del hogar con intención de cruzar el Estrecho.
El Madrid de Moreno, por cierto, es un Madrid con nombres de calles, de bares, de parques y avenidas… una geografía personal.
Estilo y estructura de ‘La ciudad’
Se podría hablar bastante más de la novela (y lo hacemos en el pódcast que os enlazo más arriba). Pero no tengo más tiempo. El estilo de Moreno, a la que la poesía le asoma constantemente por los poros de la prosa, es musical, esponjoso, lírico…
Personalmente, la historia del maltrato se me termina haciendo narrativamente larga, aunque las emociones se narran con agudeza y humanidad y el despliegue de la personalidad narcisista de Max es un espejo deformado que puede servir para confrontar los elementos tóxicos que pueden subyacer en la propia personalidad.
Es una pena que las tres historias relatadas avancen en paralelo, sin que haya un cruce de verdad entre ellas, sin que se toquen. Da la impresión de que fueran tres novelas diferentes. Es más, la de Horía, la más breve, pudiera parecer un añadido posterior.
La ciudad es, sin embargo, un libro importante en la carrera literaria de Moreno, un libro lleno de verdad, calidad y muy trabajado. Un intento de reflejar una geografía humana de un Madrid al que, quienes llegan de fuera, aman a veces pero casi siempre odian.