Desde que estallase la crisis financiera y económica mundial de 2008, de la que todavía no nos hemos repuesto, son varias las obras artísticas que han tratado de ayudarnos a entender el mundo occidental en el que algunos vivimos. Un lugar en el que el capitalismo se ha impuesto, por ahora, como única opción de organización económica y social. La película Margin Call o la obra de teatro The Lehman Trilogy y el documental Inside Job son ejemplos excelentes.
Fortuna, de Hernán Díaz, que entronca con este zeitgeist narrativo de crisis, relata a través de una estructura de novelas dentro de novela, la vida y obra de un matrimonio de millonarios estadounidenses (ficcionales) del primer tercio del siglo XX, los Bevel.

Fortuna
Autor: Hernán Díaz
Traductor: Javier Calvo
Editorial: Anagrama
Páginas: 440
Año de publicación: 2023
Él, Andrew, es el heredero de un enorme patrimonio y de un negocio de producción de tabaco familiares, que astutamente manejados lo llevarán a convertirse en el principal financiero del Nueva York de los años 20, participando activamente en el crac del 29. Mildred, su mujer, es un personaje peculiar, miembro de una familia de comerciantes neerlando-estadounidenses venidos a menos, de una formación variopinta, un gusto refinado y dedicada a la filantropía y el mecenazgo musical una vez que se convierte en la esposa del financiero.
La novela de Hernan Díaz, que ha sido publicada por Anagrama en español con traducción de Javier Calvo, ganó el premio Pulitzer de ficción 2023, Barack Obama la incluyó en su listado de novelas favoritas de 2002 y HBO ya está en proceso de adaptarla a serie. Unas credenciales impresionantes para una segunda novela que parece empujar al consenso crítico. [La primera fue A lo lejos (Impedimenta, 2020, traducción de Jon Bilbao), un western publicado originalmente en 2017 que ya entonces fue finalista del Pulitzer de ficción.]
Estructura de metaficción con puesta en abismo
Fortuna está estructurado en cuatro partes: la primera es una novela dentro de la novela y se titula Obligaciones. O Bonds, en inglés, que además de bonos también tiene el significado de vínculo, ambos sentidos podrían aplicarse a la historia que cuenta esta metanovela. Esta narración, firmada por un ficticio Harold Vanner, habría sido publicada en los años 30 y en el universo de Fortuna tuvo bastante éxito. Habla del ficticio matrimonio Rask, que como vemos en la segunda parte, son el trasunto de los Bevel.
La segunda parte es el borrador inacabado de unas memorias de Andrew Bevel, con un estilo eficiente, simple, casi agresivo en su deseo de imponer un relato oficial de su vida.
La tercera parte, titulada “Recuerdos de unas memorias”, es el relato de Ida Partenza, que fue secretaria de Andrew Bevel y que, descubrimos, fue la encargada de redactar esas memorias inacabadas de la segunda parte. Esos recuerdos, escritos ya en los años 80, nos hablan de Ida y su padre, un anarquista italiano que hubo de exiliarse a Estados Unidos. Y de cómo Ida se convierte en la amanuense de Bevel, que quiere escribir sus memorias para borrar el relato de Harold Vanner. Al final de la narración, en ese presente de los años 80, Ida se encuentra con los cuadernos de Mildred y se los lleva para descifrar su incomprensible caligrafía.
Ese documento compone la cuarta y última parte: “Futuros”, de Mildred Bevel, una recopilación de entradas de diario de los últimos días de su vida en un sanatorio suizo y que nos ayuda a completar el puzzle o más bien a multiplicar la complejidad del relato de la vida y obra de un matrimonio que marca la historia de un país y del mundo.
La novela se titula en versión original Trust, jugando con su polisemia. “Trust” como término financiero y empresarial y “trust” como la confianza que quien lee ve comprometida: de las que se nos cuentan, ¿cuál es la verdad, cuál la versión más cercana a la realidad? A su vez, esa confianza, un pacto entre lector y ficción, es una metafóra de la confianza que se exige a los ciudadanos respecto al sistema financiero, que en Fortuna se postula como otro mundo de ficción.
Prosa pura fibra
El interés del libro de Díaz se sostiene así en dos robustos pilares: 1) el estructural, con una arquitectura efectiva y efectista, que juega con quien lee, en una suerte de novela de misterio que va desvelando diferentes elementos a medida que vamos conociendo los puntos de vista, un poco a lo Ciudadano Kane; y 2) el temático, ambicioso, que quiere ser una disección del alma del capitalismo actual, nacido en aquellos años, un intento de explicar Estados Unidos a través de uno de sus motores, a través de una figura que representa a los magnates de aquella época que marcaron el rumbo del país.
Hay mucho trabajo, talento y brillantez en esta estructura, mezclando a la vez diferentes vectores temáticos y jugando con la ficción como especulación, un paralelismo intelectualmente jugoso. Sin embargo, el estilo es para mí un claro ejemplo de la ficción anglosajona actual, que a veces da la impresión de convertir la prosa en algo utilitario, eficiente, un discurso en el que parece que no sobra nada de grasa, ni un michelín. Esa prosa pura fibra donde parece que todo sirve al avance de la narración. Algo que hace adictivo el relato pero que a mí me resulta insuficientemente nutritivo.
Además, el retrato que se hace del magnate adolece de falta de matices y claroscuros. Bevel es el villano sobre el que nuestra conciencia postcrisis puede volcar todo su rencor y su indignación. Y eso puede hacernos sentir mejor como personas, pero no como lectores.