Reseña de ‘El ancho mundo’, de Pierre Lemaitre

La del parisino Pierre Lemaitre (1951) es una de esas figuras que rompen el a veces monótono paisaje literario. Nos lo podemos imaginar en su estudio, dedicando horas y horas a la documentación para sus novelas y empeñado en escribir, en escribir, en escribir. Un titán narrativo. Desde que publicará su novela inicial, a los 55 años, ha lanzado otras doce, de no pequeña extensión y sostenidas muchas de ellas por un minucioso trabajo de documentación histórica.

En 2006 inauguró su obra con la primera de una serie de cuatro novelas negras protagonizadas por una inspectora de policía. Pero lo que marca el rumbo definitivo de su trayectoria y su consagración en el panorama literario internacional es la publicación en 2013 de la novela Nos vemos allá arriba, una obra ambientada en París, durante los años inmediatamente posteriores a la Primera Guerra Mundial. Una historia que se abraza a la tradición de la gran novela francesa del siglo XIX para renovarla. El libro logró un enorme éxito de público y crítica, incluyendo la obtención del prestigioso Premio Goncourt y una apreciable adaptación cinematográfica.

Aquella -para mí- obra maestra inauguró el gran proyecto vital y literario de Lemaitre, el ambicioso deseo de contar el siglo XX francés a través de una serie de novelas históricas en las que se mezcla el género de aventuras, el rigor documental y las tramas de folletín, novelones que beben de Dumas, Victor Hugo, Balzac o Stendhal. Tras la primera saga, Los hijos del desastre, cuyos títulos (Nos vemos allá arriba, Los colores del incendio, El espejo de nuestras penas) se desarrollaban en los años 20, 30 y 40, llega el turno de lo que ha anunciado como una tetralogía, inaugurada por El ancho mundo.


El ancho mundo

Autor: Pierre Lemaitre

Traducción: José Antonio Soriano Marco

Editorial: Salamandra

Páginas: 586

Año de publicación: 2023


El ancho mundo narra las aventuras y, sobre todo, desventuras de los Pelletier, una familia que posee una fábrica de jabón en Beirut y cuyos cuatro hijos tratan de seguir su propio camino entre la propia capital libanesa, París y el Saigón capital de la Indochina francesa. El argumento, desarrollado en diferentes líneas, incluye corrupción colonial, asesinos en serie, tramas detectivescas, reporterismo de sucesos… en una obra que bebe de la mejor tradición de la novela francesa del XIX y que Lemaitre ha propuesto como un homenaje a las novelas de aventuras.

En las entrevistas que el autor galo ha concedido con ocasión de la publicación en España de El ancho mundo ha insistido en que a lo largo de estos años ha perfeccionado la técnica literaria, las herramientas propias del serial y la novela de folletín: “Creo que El ancho mundo es mejor [que Nos vemos allá arriba] desde un punto de vista emocional, intelectual y técnico”.

Y yo no puedo estar más en desacuerdo. Es posible que esta afirmación nazca del hecho marketiniano que hace de la última novela de un escritor la mejor cuando esté la presenta ante los medios de comunicación. Pero también creo que se refiere a un sistematización de los recursos del género folletinesco. En estas mismas entrevistas, Lemaitre no se ha cansado de decir que las series de televisión actuales han aprendido su técnica de la novela del XIX, del folletín. Y, en efecto, El ancho mundo se lee como quien ve una gran serie de plataforma, un thriller trepidante y lleno de giros. Y es ahí donde para mí, Lemaitre pierde parte de la grandeza que había en Nos vemos allá arriba, una novela quizá más imperfecta en esos términos pero más viva, más interesante, que se detenía más en desarrollar los personajes, sus relaciones, las circunstancias históricas. Se percibe en El ancho mundo la obsesión por entretener constantemente con la acción exterior.

Lemaitre ha anunciado que la tetralogía que inicia esta novela estará compuesta por diferentes homenajes a la narrativa francesa del XIX. En ese contexto, El ancho mundo es un homenaje a la novela de aventuras y al segunda, ya lanzada en francés, uno a las novelas de corte social de Zola. Quizá de ahí este predominio de la acción y del giro sorprendente. Eso, para mí, la hace menos interesante. Ahora que se avecina un futuro en el que las inteligencias artificiales escribirán novelas, pienso que la diferencia no la marcará el uso impecable de la técnica narrativa sino aquello que aparta una obra de su sistematización, de su reproducción seriada. Y es ahí donde la nueva obra de Lemaitre me ha decepcionado.

El ancho mundo es, sin embargo, una obra más que recomendable, sobre todo si la contextualizamos en el marco del gran proyecto literario de Lemaitre, que provoca en mí una apasionada admiración y un gigantesco respeto.

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