Reseña de ‘Obra maestra’, de Juan Tallón

Retiré la goma del legajo y acaricié los papeles. Sentí una profunda emoción. No me importaba ya mucho qué fuese a encontrarme. Había sido demasiado difícil conseguirlos como para concederle más importancia al contenido que al simple hecho de estar ante ellos. Esa era la victoria.

Son palabras casi al final de Obra maestra (¿ojo: destripe?) que el autor Juan Tallón (Vilardevós, Orense, 1975) pone en boca del personaje Juan Tallón, referidas al sumario del caso sobre la desaparición de la escultura de Richard Serra Equal Parallel / Guernica-Bengasi. Después de años de obsesión con esa desaparición, del deseo de escribir una novela sobre el tema, de insistencia y luchas con la burocracia judicial española, y gracias también un poco al azar, Tallón accede al sumario, vital para poder construir su artefacto literario.


Portada de Obra maestra de Juan Tallón

Obra maestra

Autor: Juan Tallón

Editorial: Anagrama

Colección: Narrativas Hispánicas

Páginas: 328

Año de publicación: 2022


Estas palabras de la obra funcionan así como un giro final que ilumina lo narrado previamente (“Bruce Willis está muerto”). De repente, el libro funciona como espejo, tal vez distorsionado, de lo que la obra de arte de Serra fue.

Creo que en su mayor parte, los artistas no se involucran en la búsqueda expresa de la belleza. Se involucran en el lenguaje del arte, en la ampliación de ese lenguaje. Y si la belleza aflora, lo hace como un efecto de los esfuerzos del artista por comunicarse con el público a través de su lenguaje.

Palabras esta vez que el autor Tallón pone en boca del personaje Serra. ¿No parece ser ese el impulso que mueve al gallego en la gestación mental, el desarrollo documental y la construcción física de su obra, de su Obra maestra? Durante la “novela de no ficción” (así la llama el personaje Tallón en boca del personaje Belén Bermejo) se nos hace ver que en la concepción del arte de Serra la importancia del proceso es crucial: el reto técnico de moldear y modelar esos impresionantes pedazos de acero, un proceso que implica necesariamente a un buen número de personas, ingenieros, aparejadores, operarios, transportistas, desde que la idea está en la cabeza de Serra al momento en que se expone en un espacio para el que esa obra ha sido diseñada.

Y así, al hacernos esta pregunta, caemos en la cuenta de que el título, que al principio leemos como referido al trabajo de Serra, se manifiesta como una aspiración, altísima pretensión, de Tallón. Obra maestra es una obra maestra, nos dice. Como en los trabajos de Serra, está el germen (“un hallazgo maravilloso que ilumina el cerebro como un relámpago” tras el que “la novela está acabada, solo queda escribirla”), el reto técnico (un trabajo de documentación complejo y agotador), la participación de numerosas personas (todas esos testimonios, mezcla de realidad y ficción, que componen el libro)… Tallón manifiesta la ambición que se le debe exigir a un gran escritor. Pero, ¿qué sucedería si el empeño artístico del gallego no lograse el éxito? Siempre podrá defender que el brillante título solo alude a los lingotes de acero de Serra.

Equal-Parallel/Guernica-Bengasi, foto de knorby

Diálogo entre realidad y ficción

Cuando emprendí la lectura de Obra maestra daba por hecho que los testimonios que se recogían eran todos fruto de entrevistas del autor. Leí las primeras decenas de páginas con fluidez. Pero mi espíritu crítico se erizó cuando me enteré de que las palabras puestas en boca de personas con nombre y apellidos eran en parte fruto de la novelización de artículos y entrevistas ajenas o propias y en parte pura ficción.

Una vez acabado el libro puedo proclamar que ¡viva la hibridación de géneros!, pero si me pongo tiquismiquis creo que en casos así el pacto de ficción debería quedar más claro al lector desde el principio. ¿Un disclaimer o explicación inicial? No lo sé. Pero el autor tiene una responsabilidad con la persona que lee y con la realidad cuando narra unos hechos históricos, especialmente cuando recrea actos o palabras de personas vivas.

Disfruto estos días de la serie de ficción Winning Time: The Rise of the Lakers Dinasty, de Max Borenstein y Jim Hecht para HBO, sobre los años de la llegada de Magic Johnson a Los Angeles Lakers y el dominio absoluto de este equipo en la NBA. Uno de los personajes retratados, Kareem Abdul-Jabar, ha escrito una pieza criticando la serie por ser aburrida y deshonesta en su descripción de los hechos. No comparto que sea aburrida, pero las consideraciones sobre “fact, fiction or just friction” pueden servir de aderezo a la lectura de Obra maestra. Aunque no creo que ninguno de los personajes incluidos por Tallón deba sentirse ofendido o caricaturizado por el retrato que de ellos se hace.

La cultura socialista

En un artículo de Rafael Sánchez Ferlosio publicado en 1984 por El País, titulado “La cultura, ese invento del Gobierno”, el escritor madrileño despotricaba contra una concepción de la cultura que convierte a intelectuales y creadores en “borrachines de cóctel, borrachines honoríficos de consumición pagada”, que la marketiniza (se escandaliza por la expresión promoción cultural, de la idea de cultura como fiesta, de la “actomanía”, del despilfarro).

Los socialistas actúan como si dijeran: “En cuanto oigo la palabra cultura extiendo un cheque en blanco al portador”.

En la filípica de Ferlosio, reconocemos una forma de entender la cultura que hoy está normalizada. La creación como un adorno institucional, como una forma de pagar favores y establecer clientelismos, como un ministerio, como una herramienta de marketin político, incluso -y esto es algo que alcanzó su momento estelar durante los años del boom inmobiliario pre-recesión- como una forma de la administración pública para sacar músculo.

La cultura quedará cada vez más exclusivamente concentrada en la pura celebración del acto cultural, o sea, identificada con su estricta presentación propagandística, tal como con paladina ingenuidad declara expresamente el autor de la carta transcrita al comienzo de este artículo: “Siguiendo nuestra costumbre, queremos subrayar especialmente el acto inaugural”.

La cultura-guiadelocio. La cultura evento. La cultura para la foto.

Precisamente Obra maestra refleja esa época (1982-2009, aproximadamente), lo que se ha dado en llamar la Cultura de la Transición, esta vez en su versión Cultura, valga la redundancia. Época por un lado ambiciosa, en la que una serie de políticos de envergadura (Solana, en este caso) quiere que España se incorpore a la modernidad, también en la vertiente artística e intelectual, pero que acabó cayendo en los mismos excesos que tantas veces se han subrayado en estos pasados años de hartazgo sociopolítico y que Muñoz Molina resumió en Todo lo que era sólido.

Los hechos.

La dirección del Museo Reina Sofía encarga en 1986 una escultura a Richard Serra para una exposición durante el año de apertura del museo. Serra crea Equal Parallel / Guernica-Bengasi, compuesta por una serie de bloques de acero de un total de 38 toneladas de peso. Al término de la exposición, en 1987, los responsables del museo compran definitivamente la obra por unos 36 millones de pesetas de entonces (450.000 euros). Tras ir y venir, en 1990, la escultura es almacenada definitivamente a la intemperie en un almacen de Arganda del Rey, propiedad de la empresa Macarrón (puro Ibáñez), que acaba quebrando porque el Estado no le paga los muchos servicios prestados para la instituciones culturales (Ferlosio se revuelve en su tumba). En 1998, Hacienda incauta el solar sin que se hable de la escultura. Sobre ese terreno se construirán los Archivos Generales del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. En enero de 2006, ABC destapa la desaparición. En 2009, el Museo Reina Sofía vuelve a exponer la obra de Serra, bueno, una copia, bueno, “Serra dijo que era tan original la una como la otra”.

Como parodia de la idea de cultura de toda una época el relato de los hechos es magistral. Esa época que Gregorio Morán documenta a su modo, con falta de rigor y desmesuradamente, pero para delicia del lector morboso, en El cura y los mandarines (Akal, 2014). Y como telón de fondo, esa clase política generada por las mayorías absolutas socialistas que Mercedes Soriano retrata en Contra vosotros, exquisitamente reeditada recientemente por La Navaja Suiza.

¿Qué es una obra de arte?

Pero además, Obra maestra funciona como obra de divulgación artística y provoca el debate y la reflexión sobre qué es el arte y la irrepetibilidad de una obra de arte.

Equal-Parallel fue creada para un momento y para un espacio. Fuera de ahí perdía su fuerza, su sentido, su naturaleza, ya no era la misma obra. Necesitábamos ese espacio para otras exposiciones. (…) De no comprarse, esta obra se habría destruido. Y no habría pasado nada. Richard está acostumbrado a hacerlo todo el tiempo.

Durante toda la novela documental, como es lógico, se da vueltas en torno a la concepción del arte de Richard Serra, y se expresa esa idea del arte contemporáneo en el que lo importante en una obra es el concepto, el proceso, más que la obra en sí. La originalidad del producto artístico final queda así sometida al concepto, como si de una pieza de diseño se tratara. Me genera curiosidad ver cómo la inteligencia artificial y las impresoras 3D, con su capacidad creadora y modeladora, pueden poner en jaque el arte desarrollado bajo esta idea.

Con esta concepción del arte, típica del arte moderno, tiene uno la sensación de que en este tipo de obras son a veces más importante las divagaciones que se realizan en torno a ella, el comentario de texto, que su propia existencia material. Y no se me entienda mal, me encanta el cinefórum que ayuda a profundizar más en una obra, a reinterpretarla con más elementos, pero me gusta partir de una obra que hable por sí misma y que intente hacerlo a un buen número de gente. No soy amigo del hermetismo artístico.

No queríamos hacer un documental sobre la desaparición de la escultura, sino emplearla como pretexto para plantear el debate de qué es arte y cómo un artista, en este caso Serra, decide que cuatro trozos de hierro son arte, y de pronto, cuando se pierden, decide que ya no lo son, y que lo que sí es arte es su copia. Es muy raro. ¿Se pierde una obra, y le retiras su condición artística, para investir con ella a su copia? Un poco inaudito sí es.

Palabras del personaje Pepe Muciego en Obra maestra de Juan Tallón

¿Es Obra maestra una obra maestra? El tiempo lo dirá. Para mí es uno de esos libros que crecen a medida que la lectura avanza, con la reflexión posterior, con la rumia intelectual. El estilo que emplea Tallón, frío y funcional como el acero con el que trabaja Serra, si acaso irónico en algún momento, no es el tipo de literatura que me encandila. Me gusta una narrativa más clásica, en la que aletean la poesía, las imágenes, los recursos literarios, la plasticidad del lenguaje, el desarrollo emocional de personajes… Y, sin embargo, Obra maestra es una docuficción -tomando prestado el término televisivo tan en boga- de connotaciones interesantísimas, que sugiere debates y derivaciones muy ricas y enriquecedoras.

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